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Espiritualidad

De la destrucción a la redención

Tzvia Kusminsky

Nos encontramos en una época difícil para el pueblo de Israel, erev Rosh Jodesh Av, momento en que las costumbres de duelo de las tres semanas comienzan a ser cada vez más estrictas, hasta que llegan a su máxima expresión en Tishá be Av.

Es sabido que las tres semanas de duelo, desde el 17 de tamuz hasta el 9 de Av, son momentos en los que debemos tener mayor precaución y por tales razones nos recomienda el Shulján Aruj no ir solos por lugares aislados a determinadas horas del día, o no ir a juicio con personas no judías, dado que los mismos son días de “mala suerte” para el pueblo de Israel.

A modo de anécdota, y para publicar los caminos que tiene Hashem para protegernos, se dice que en estas fechas, el mar israelí está lleno de aguas vivas, ¿y adivinen cuándo desaparecen? ¡Si! Después de Tishá be Av… yo misma lo he comprobado.

Es importante recalcar, que los eventos que tuvieron lugar en la historia de nuestro pueblo en determinadas épocas, influyen a lo largo de las generaciones de la misma manera, en el mismo período.

Así, de la misma forma en que en el mes de Adar hemos sido testigos de milagros y redención en la época de Mordejai y Ester, así se dice que esta época es propicia para milagros y redenciones para el pueblo judío (también de esto fui testigo).

Sin embargo, aún en el aspecto negativo, esta enseñanza influye, y así como estas tres semanas, desde el ayuno del 17 de tamuz hasta el 9 de Av han sido épocas difíciles para el pueblo de Israel, ambos templo se han destruido en este período, se han roto las tablas de la ley, los espías de Moshé retornaron de su visita en la Tierra de Israel y hablaron mal de la misma, fue quemada la Torá, etc, así también, esta época es propicia para malos augurios, como hemos sido testigos a lo largo de las generaciones, la expulsión de los judíos de Inglaterra, la expulsión de los judíos de España, el comienzo de la Primera Guerra Mundial, el comienzo de “La Solución Final”, etc.

Sin embargo, ya en las leyes de Tishá be Av encontramos que en esta época es posible encontrar la redención. Por ejemplo, en Tishá be Av mismo, no se dice Tajanún ni slijot, dado que dicho día es denominado “moed” (festivo).

Rabi David Jaim Halevi, en su libro Mekor Jaim, dice que este nombre es un tanto extraño para un día como el 9 de Av, siendo este un día de duelo. Sin embargo, basándose en el Targum Yonatán, la interpretación correcta es que si bien hoy día es un día de luto, en el futuro será día de redención y libertad para Israel, transformándose así de luto a festividad.

En el midrash Eichá Rabá, relatan que el mismo día en que fue destruido el Beit Hamikdash, nació el mashiaj. No quiere esto decir que físicamente nació el redentor de Israel, sino que el Kadosh Baruj Hú, comenzó a mover las riendas, para la futura redención en las próximas generaciones.

El midrash en Bershit Raba, cuenta acerca de la venta de Yosef, que mientras Yosef se encontraba inmerso en su duelo (por su venta), Reubén estaba inmerso en su duelo (por haber confundido la cama de su padre), Iaacov estaba inmerso en su duelo (porque creía que Yosef había muerto) y Iehudá estaba inmerso en conseguir una esposa (y separarse de su familia, luego de que su liderazgo había fallado y su hermano había sido vendido), Hashem se encontraba ocupado en crear la “luz del mashiaj” (descendiente de Iehudá y Tamar).

Es decir, que incluso en los momentos en que el pueblo se encuentra de duelo, incluso cuando nos parece que ya no queda esperanza, en esos momentos Hashem siembra las primeras raíces para nuestra futura redención.

Otras de las costumbres que nos muestran el camino de la destrucción a la redención, es el hecho de que en Tishá be Av se acostumbra sentarse en el suelo o en sillas bajas, como todo aquel que está de luto. Sin embargo, desde la hora de minjá, ya se encuentra permitido sentarse en sillas comunes, demostrando así que el período de consuelo ha comenzado.

En Ierushalaim hay una costumbre especial, de acuerdo a la cual, las mismas personas que subieron a la Torá en shajarit, tiempo de duelo, suban también en minjá, tiempo de consuelo.

Muchos pueblos han caído y desaparecido de la historia, pero no así el pueblo de Israel, de manera sorprendente, a pesar de haber sido perseguidos infinitamente y de haber sido distribuidos entre todas las naciones, el pueblo elegido tiene la promesa de regresar a su tierra y volver a formar una nación, promesa que hoy día tenemos el mérito de ver cumplida.

La profecía de Zejariá se convierte en realidad en nuestros días: “volverán a sentarse los ancianos y las ancianas en las plazas de Jerusalem… y las calles de la ciudad se llenarán de niños y niñas jugando”.

¡Qué honor ser meritorios de esto!

Tziviá Kusminsy

 

Tzvia Kusminsky

Autor

Fundadora de Yadá espacio de conexión profunda.

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