En la parashá de Vayakel, aparece la orden de cumplir shabat y de construir el Mishkán, el santuario en el desierto.
El Netivot Shalom se pregunta, por qué motivo la Torá repite estas dos mismas órdenes que ya fueron explicitadas en la parashá anterior, la parashá de Ki Tisá.
Y la respuesta es que esta parashá fue entregada al pueblo de Israel, después de que Moshé bajo del Monte Sinaí y les anunció que hay posibilidad de Teshuvá, que nunca es tarde para retornar, incluso si caímos en el mayor pecado como lo fue el pecado del Becerro de Oro, incluso ahí, Hashem perdona a los que retornan con sinceridad.
¿Y cómo podemos corregir? ¿Cómo podemos volver a elevarnos?
Justamente mediante estas dos cosas, el Mishkán y el shabat. El shabat ilumina la neshamá del Iehudí en los niveles más elevados, y así también el Beit Hamikdash.
Y esa es la razón por la que ambas cosas aparecen antes del pecado del becerro de oro y vuelven a aparecer luego de él, para anunciar que el apego a la Presencia Divina es posible antes del pecado, mediante las mitzvot en general y mediante el shabat y el Mishkán en particular, pero que luego del pecado, no dejamos de ser queridos, no dejamos de ser amados, no dejamos de ser el pueblo elegido para traer luz al mundo, y podemos aún apegarnos a Hashem y a su kedushá mediante la teshuvá y con la fuerza del shabat y el Mishkán.
¡Shabat shalom!
Fundadora de Yadá espacio de conexión profunda.