Jana está sumamente enojada: por tercera vez en una semana, su esposo le prometió que arreglaría el baño que pierde agua.
Acaba de volver a su casa, lo primero que la recibe es un baño inundado, con pisadas de los niños por todos lados.
Jana piensa para sí, ¡cuando llegue ya va a ver!, ¿qué se cree que me va a seguir vendiendo cuentos? Si hoy mismo no arregla el baño, mañana llamo a un plomero y pago lo que sea. No me importa lo que diga mi marido.
Imagínense una situación así, es fácil comprender los nervios de Jana y su motivo de enojo. Pero si con toda esa mezcla de emociones, cuando llega su esposo, Jana comienza enseguida a gritar, no solo que no logrará su objetivo, sino que posiblemente sucederá lo opuesto.
El esposo, intentando defenderse, gritará también. Luego, quizás incluso amenace con que si llega a llamar a un plomero, nunca más le arreglará nada o se hará cargo de nada en la casa.
¿Qué es lo que sí le conviene hacer a Jana?
1 - Planificar el momento adecuado para la discusión, después de que el esposo llegó, se acomodó, incluso comió.
2 – Hacer lo mejor posible para no subir el tono y no perder el control, incluso si el otro lo hace.
3 – Concentrarse tan solo en la situación actual, en los sentimientos que le produce y en sus necesidades de una casa en funcionamiento y en orden. Sin mezclar cosas que sucedieron en el pasado.
4 – No acusarlo de malas intenciones
Fundadora de Yadá espacio de conexión profunda.