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Feminidad

Rajel llora por sus hijos, ¿y tu?

Tzvia Kusminsky

El 11 de jeshván se conmemora el día en el que falleció Rajel Imenu, nuestra matriarca Rajel.

Cuenta la Torá, que Rajel murió en el camino a Eretz Israel, durante el parto de su segundo hijo al cual Yaacov llamó Biniamín, la última de las tribus. Yaacov decidió no llevar a su amada esposa a entierro en “Mearat Hamajpelá” sino que fijó el lugar de sepultura de la misma en donde falleció, en el camino.

Cuando Yaacov se encuentra cercano a morir, su hijo Yosef va a visitarlo. Yaacov sabe que Yosef sufre por el lugar de entierro de su madre y que le guarda rencor a su padre dentro de su corazón. Yaacov comprende lo que su hijo siente y le explica:

“…Se que tienes [rencor] en tu corazón hacia mi, pero debes saber que de acuerdo a lo que me dijo el Kadosh Baruj Hú la enterré allí, para que ayude a sus hijos cuando Nebuzaradán los envíe a la diáspora, y pasan por allí, por la tumda de Rajel y ella llora y pide misericordia por sus hijos” (Rashi al versículo 7 del cap. 48 de Bereshit)

Es decir que la decisión de Yaacov de enterrar a Rajel en el camino, es tal como le explica a su hijo Yosef, una “decisión táctica” y Divina, para que la matriarca pueda pedir misericordia por sus hijos en el momento en que estos salen al exilio y camino a él pasan por su lugar de entierro.

Cuenta el midrash: cuando el Templo fue destruido, Hashem lloraba y decía, ¡oi destruí mi casa!, hijos míos ¿dónde están?, mis cohanim (sacerdotes) ¿dónde están?, mis amados ¿dónde están?, le dijo el Kadosh Baruj Hú al profeta Irmiá – llama a Abraham, Itzjak, Yaacov y Moshé. Vino cada uno ante él y cada cual pedía misericordia por Israel. Abraham pedía que recuerde que el trajo la creencia en un solo Dios al mundo, Ytzjak la akedá (el sacrificio), etc. Pero no era suficiente. Se presentó ante el Rajel y le dijo: Creador del Mundo, ¿quién es más misericordioso, Tú o los hombres de carne y hueso? Y no fui yo la que ingresó la dificultad (competencia) en su propia casa. Todos los años que trabajó Yaacov para mi padre, no los trabajó sino para mi y cuando llegó el momento de casarnos ingresaron a mi hermana en mi lugar y no solo que callé, sino que le entregué las señales. También Tú, si tus hijos ingresaron competencia en Tú casa (idolatría) por favor ¡perdónalos! (Bereshit Raba 2:10 y Psikata Heijá Rabatí 24)

Es sabido que Rajel era la Akeret Habait (el sostén principal de la casa), y los hijos de Yaacov son llamados por su nombre. Rajel era la esposa amada pero asimismo la mujer estéril, ella desarrolla la capacidad de ver más allá del sufrimiento personal.

Su vida no fue sencilla, no pudo casarse con Yaacov tal como lo planeado, no lograba tener niños y falleció durante el parto de su segundo hijo. Sin embargo y quizás justo por esta razón, Rajel tiene la capacidad de ver a su sufrimiento particular como parte del sufrimiento del pueblo de Israel en forma general.

Ella comprende que es un eslabón en la larga cadena. Que tiene dos opciones, buscar su propio beneficio y formar una “familia feliz” con Yaacov o sacrificarse por el nacimiento del pueblo de Israel. Si elige ver a sus problemas con gafas individualistas, tomará decisiones particulares.

Sin embargo, Rajel elije tomar decisiones con gafas más amplias. Comprende que lo que le sucede no solo que la ayuda a crecer y a desarrollarse a nivel personal, a ser una mejor persona, sino que también permite darle lugar al nacimiento de nuestro pueblo y con el al mashiaj que finalmente lo redimirá (el mashiaj proviene de David, hijo de Leá).

Cuando Rajel comprende esto, se transforma en la madre de todos los hijos de Yaacov, no solo los de ella, dado que su propio sacrificio personal es el que les permite a las tribus llegar a este mundo. Y es por esto, que es Rajel la persona indicada para llorar por ellos y pedir misericordia. Por esta razón, Rajel es enterrada en el camino y no en “mearat hamajpelá”.

Y a su pedido por que sus hijos sean salvados de un exilio eterno, le responde Hashem:

“Cese tu voz de llorar, y quita las lágrimas de tus ojos, porque tu trabajo será recompensado, dice Hashem. Y retornarán de la tierra del enemigo.” (Irmiá 31:15)

Y esta fuerza la tienes tu mujer, descendiente de ella, puedes estar aterrorizada por la situación y no saber para donde salir corriendo o ponerte ojos espirituales, entender que eres akeret abait, el centro de tu casa y un gran eslabón en la cadena del pueblo de Israel, llenarte de fe, de fuerza, entregarte en las manos de Hashem que dirige el mundo de manera exacta y ser parte de la gran redención que vivimos y que pronto llegará a su máximo esplendor.

Amén

 

Tzvia Kusminsky

Autor

Fundadora de Yadá espacio de conexión profunda.

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